Los hechos que lo condenan sucedieron una década antes, en la temporada de 1998. Clemens dejó a los Medias Rojas de Boston, donde consideraban que cumplía el atardecer de su carrera y llegó a los Azulejos de Toronto. Roger había ganado tres de sus siete trofeos Cy Young.
En los vestidores de los Azulejos se quejaba con José Canseco, uno de los precursores de los esteroides en Grandes Ligas, acerca del empuje que daban los esteroides a los bateadores. Según Clemens, los pitchers tenían derecho de emparejarse.
Sentía que 14 años en Grandes Ligas comenzaban a cansar su brazo. Antes de la pausa de media temporada, tenía una marca de 9 ganados y seis perdidos, con 3.44 de carreras limpias admitidas.
Fue entonces que pidió a Brian McNamee, su preparador físico, que le suministrara el anabólico Winstrol en una suite del Sky Dome. El mismo procedimiento se repitió 14 veces durante esa temporada y el cambio fue trascendental.
El Cohete mejoró a 1.71 su promedio de efectividad, no perdió otro juego ese año y terminó con 20 victorias y seis derrotas.
Esa temporada le valió firmar su viaje con los Yankees de Nueva York por dos años y 16 millones de dólares. Pero el boleto no incluía a McNamee y Clemens resintió la ausencia de su preparador físico, quien llegó a Nueva York un año después.
En Toronto había ganado otros dos Cy Young; ya tenía cinco, pero nunca había ganado la Serie Mundial.
Cuando Clemens llegó al Bronx ya no usaba Winstrol, porque la sustancia le había causado una fuerte infección. La falta de anabólicos volvía a notarse. Clemens ganó 4 y perdió 6 en la primera mitad de la temporada del 2000.
Ahí apareció en el diamante Kirk Radomski, un traficante de anabólicos que recomendó a McNamee que Clemens usara Sustanon, Deca-Durabolin y Hormona de Crecimiento. El preparador físico asegura que inyectó a Clemens entre 15 y 20 veces aquel 2000. A los 37 años, su recta recuperó las 95 millas. Recompuso el camino y terminó con 13-8. Al final del año firmó un contrato por dos años y 31 millones de dólares.
En 2001 decidió sacar de su cocktail la hormona de crecimiento, porque le molestaba su proceso, que al igual que la insulina, se suministra con piquetes en el abdomen. McNamee lo visitó al menos 13 veces en su apartamento del Upper East Side de Nueva York y volvió a inyectarlo con Sustanon 250 y Deca Durabolin.
Desde entonces McNamee guardó las jeringas por una razón: sabía que si Clemens caía por un caso de dopaje, su entrenador caería con él.
McNamee dejó de trabajar con los Mulos de Manhattan en 2001 y ya no inyectaba a Clemens. Aún así, veía como el pitcher cargaba en una bolsa ziplock más sustancias prohibidas, entre ellas clembuterol.
Con los Yankees, Clemens ganó sus últimos dos Cy Young. Después voló a Astros de Houston dos temporadas y en 2007, con 45 años se retiró en Nueva York. Terminó su carrera con 354 triunfos y siete trofeos Cy Young, números suficientes para llegar al Salón de la Fama en una primera votación.
El Cohete pidió que su posible inducción a Cooperstown se diera con una gorra de los Yankees. Sin embargo, lo más probable es que el uso de sustancias prohibidas lo deje fuera del cielo de los inmortales.
McNamme, Radomski y el pitcher Andy Pettitte son testigos clave en este juicio que el gobierno de Estados Unidos emprendió contra Clemens. Si el Cohete resulta culpable por todos los cargos puede enfrentar hasta 15 años en prisión.
Clemens ha tirado tres bolas y ningún strike.
Por Tlatoani Carrera
ESPNdeportes.com
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