Carlos Zambrano hacia el vestidor, tras ser expulsado por Tim Timmons el 12 de agosto de 2011 en Turner Field, seguramente no imaginaban que "El Toro" no volvería a enfundarse el único uniforme que había vestido en las Mayores.
Además, probablemente tampoco supieron qué imaginar cuando el lanzador tomó sus pertenencias y habló del retiro. ¿Sería un desplante más? ¿El principio del fin?
Hay que conocer a Zambrano para poder entenderlo, cierto que es fácil juzgarlo, pero mucho más sencillo es hacer el ejercicio de comprenderlo aún sin justificarlo.
Tan sólo pongámonos en sus zapatos un segundo. Imaginen lo que puede significar pertenecer durante 13 años a una organización con más de un siglo sin títulos, con inestabilidad, decisiones y piezas que no provocan una sinergía ganadora. La realidad es que para Zambrano, esto no marcó necesariamente un desenlace, sino un nuevo despertar. Con la imagen golpeada, la espalda en deuda y la velocidad de su recta en declive, el venezolano sintió que era el momento de regresar al béisbol invernal.
Mucho tiempo había pasado sin que los diamantes de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional recibieran los embistes de "El Toro", quien se presentó por última vez en la campaña 2002-03 con Caribes.
El largo descanso y la necesidad de reinventarse (una vez más) llevó a Zambrano a volver a un muy diferente equipo de Anzoátegui, ahora campeón defensor de la pelota venezolana.
Difícilmente, podría imaginar todo lo que ocurriría en su regreso a la LVBP en la 2011 2012.
En cinco aperturas, no pudo llevarse una victoria, pero indudablemente los triunfos vinieron en otro sentido.
Zambrano sintetizó en una sola jugada, cómo es la carrera de él y todo pelotero: "Caer, levantarse y salir adelante ante la adversidad".Mientras tanto una cicatriz en su cara le recordará por siempre y cada vez que se mire en el espejo que en la vida hay que sortear los obstáculos, saber combatir los problemas pero lo más importante que nunca es tarde para volver a empezar. Mucho de esta reflexión tiene que ver con la nueva espiritualidad que Zambrano manifiesta, no es un secreto su entrega a la Palabra de Dios y al Evangelio Cristiano.
"Dios es mi más fuerte inspiración, mi vida, mi carrera, mi futuro y mi destino los he dejado en sus manos", dijo. "Él me puso donde me puso para que madurara, viviera cosas que ahora me van a servir en esta nueva oportunidad profesional".
Mientras Zambrano se reencontraba espiritualmente también lo hacía físicamente en el béisbol invernal venezolano. La experiencia de volver a la LVBP le permitió retomar la fortaleza en un brazo que ha trabajado más de dos mil entradas en su carrera profesional.
"Tenía varios años sin lanzar 97 millas", afirmó el lanzador. "Aquí lo volví a hacer".
Pero el rubro más importante que pudo trabajar en casa fue el anímico. Según sus propias palabras recuperó "la confianza que había perdido y las ganas de querer pitchar de nuevo".
La vida tiene más de un capítulo y Carlos Zambrano está en camino de escribir uno más en la suya, ahora como miembro de los Miami Marlins, una novena que tiene esta meta en común: reinventarse tras varias campañas lejos de la gloria.
Por Carolina Guillén
ESPNdeportes.com
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